Majamama

MAJAMAMA . Un reencuentro en la búsqueda del sentido recobrado


RE
REconstrucciones
REciclaje
REencuentro
REmaterialización

Así reza el texto que se encuentra al ingreso de la sala del MAC , Museo de Arte Contemporáneo Quinta Normal, donde expone, y se expone, Miguel Ángel Vega, como parte de la Muestra MAJAMAMA, una ecléctica y desemejante muestra de cuatro artistas chilenos plantados, trasplantados e implantados en países de la Europa escandinava. Interesante ejercicio creativo de enfrentamiento e impacto de mundos e imaginarios desterritorializados y RElocalizados geográfica y afectivamente.

En este ejercicio de migración de sentido y razón, Miguel Vega intenta, en volumen y relieve, una cartografía concomitante con las problemáticas desarticuladas de las estructuras político sociales identitarias y culturales de su país de nacimiento, Chile. Y propone – desde la perspectiva y horizonte de visión que se puede tener desde el primer mundo, donde habita ya hace 40 años-, una re-significación de la noción de principio de realidad impuesta, que lo vuelva a su condición natural de sentido y un nuevo status de expresión. Para ello recurre, sugiere, aplica, implica, y establece una connivencia entre una retórica de una materialidad devenida en poética del espacio y la conceptualización del objeto y espacio como territorios de identidad.

Conspiración que considera la dimensión política del arte y cuestiona la necesidad de seguir utilizando ciertas categorías institucionalizadas, extremando los limites, como es propio al arte contemporáneo, que restringen los marcos de pensamiento estético. Ello lo lleva a instalarse en la coyuntura y contingencia del país actual –el que le es ajeno a pesar de su propiedad- donde, más que nunca, las prácticas estéticas contemporáneas tienden a abrir el espacio de lo político allí donde éste se ha vaciado de lo político, vale decir, en el territorio común y público.

La idea de lo político como territorio apropiado, como material significante, no se agota en la definición de ser la gestión y administración de los recursos por sus instituciones como dominio solo de los “políticos”, sino que debe entenderse primordialmente como una negociación compleja, dinámica y dialéctica del espacio común a cargo de sus actores y protagonistas directos.

El trabajo estético contemporáneo tiene que ver con la identificación, discusión antagónica y polémica sobre los espacios, sobre la manera de ocuparlos y sobre las imágenes y discursos que generan; vale decir, la función de la labor creacional contemporánea tiene ver más con una acción política -más bien geopolítica en este caso- cercana al gesto ético más que al estético.

En su noción de re-encuentro Vega, propone – y dispone- de un espacio común y compartido. Espacio común que nunca es algo fijo, sino móvil por el carácter vagabundo – o vagamundo- de los materiales de su obra, obra que repugna toda homogeneización y clausura, algo ya común como mecanismo enunciativo de las prácticas contemporáneas para enfrentar la manera de visibilizar y, en cierto modo, hacer perceptible en toda su complejidad el discurso subyacente a la proposición espacio figurativa que se enuncia.

Son los elementos del espacio común, los objetos del territorio que descontextualizados y re signados, se trasforman en actores y protagonistas directo de acción política critica a la gestión de la política. O sea que se podría decir, que estos objetos fungen como elementos de una acción “accountability” desde el arte.

Como un demiurgo, Miguel Vega, con su creación, cambia el destino funcional dado al objeto cotidiano al integrarlo a un nuevo territorio de sentido en razón de su materialidad. Forzada integración que los lleva a adquirir una nueva valoración como objeto útil socialmente, la de un material dotado del carácter de actor con posición y voluntad política. Así la parte cumple su función: Ser siendo al servicio de una nueva territorialidad, dejando su unicidad objetual para adscribir, en esta nueva geografía, una nueva identidad y significado como parte de esta nueva entidad geomorfológica.

A propósito de entidades geomorfológicas, permítanme aquí una digresión que me lleve a dilucidar la conceptualidad presente en el nominal que ampara esta muestra: Majamana. Para ello aplicaremos elementos de la antropología forense para la autopsia a ciertos términos; ya que la peculiaridad de esta exhibición no está solo en el epíteto nominador, sino también en la ontología de su naturaleza como calificativo motejador. Calificativo aplicado a cualquier mezcla diversa y ecléctica de elementos. Su etimología, es incierta, probablemente el término surge como consecuencia de la deformación por uso y lenguaje de algún vocablo o término venido del árabe, ladino o djudezmo destinado a designar a una confusa mezcla caótica y desordenada de objetos o situaciones. Diversos catálogos son concurrentes en su dilucidación: Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, Majamama es “desorden” y “confusión”, para el Diccionario de Americanismos, algo “falto de orden” y para el Diccionario de Uso del Español en Chile, es aquello que constituye un “lío” o “embrollo” (como también, una acción que devenga en “enredo o engaño solapado, relacionado especialmente al dinero y a los negocios”).

De vuelta a lo que nos convoca, y no ajeno a lo anterior, cabe acotar que: desde una perspectiva sociocultural “la majamama viene a ser un efecto, una forma social en que encarna el imbunche “; y el imbunche, para R. Hozven, tiene que ver con el objeto, con las figuras y la figuración, o sea con mecanismos y prácticas de enunciación donde la majamama es el conjunto de procedimientos enunciatorios con los cuales “la interpretación figural establece entre dos hechos o personas una conexión en la que uno de ellos no se reduce a ser él mismo, sino que además equivale al otro, mientras que el otro incluye al uno y lo consuma”, En otras palabras, estamos hablando de una determinación sistémica y estructural sobre un espacio social o territorio.
En efecto, piezas y objetos expuestos por Miguel devienen de un cierto “inbunchismo” formal y conceptual, lo cual es ineluctable y en lo absoluto pertinente, ya que en Chile, cultural y socialmente, esta concomitancia, más bien, esta connivencia entre Majamama e imbunche está presente, como lo está –en términos hegelianos-, formal y conceptualmente en la referida muestra.

Sin duda que ello entrega un fundamento formal y conceptual a la denominación de “MAJAMAMA”, al acto de confrontación de realidades objetivas y subjetivas en los espacios locales y globales que se da en la muestra. De ahí que, en lo general y en lo particular de esta, se apueste más que una exhibición de una seria de obras, a presentar procesos estéticos autorales, recurriendo para ello a reflexiones e indagaciones estéticas en torno a problemáticas específicas e individuales. Procesos en los cuales la obra no es reducida a su momento de exhibición, sino expuesta en toda su complejidad de su transiente procedimental enunciado.

Enunciado, donde se propone, desde una retórica de la materialidad devenida en poética del espacio, una re-significación de la noción de principio de realidad impuesta, una vuelta a la materialidad objetual en su condición natural de sentido, dando así un nuevo status de expresión de lo humano en el arte. Permitiendo una migración y nuevo territorio interacción al objeto material integrándolo participativamente a una estructura como sujeto migrante, imponiéndole, aun siendo ajena a ella, una nueva diversidad en tanto sujeto/objeto solidario parte de esa nueva unidad, a este nuevo orden social de integración.

Ahora bien ¿si ese procedimiento creativo aplicado a la cimentación de obra no es un discurso político, si no se considera un relato ideológico, que lo sería entonces? Interrogante que me permite colegir que la muestra de Miguel Vega es en esencia ideológica y política, es un manifiesto en el buen sentido y, revela su experiencia humana de la trasposición del exilio, de la desraización de sentidos y de la nueva integración social a un mundo en las antípodas del de su origen. Ahí hace válida la noción de REcontrucción y REmaterialización y la representación de REencuentro con el imaginario territorio de cual es originaria la subjetividad de su obra. Solo que al re-contextualizar, al re-construir y re-materializar, ex post facto, el carácter de imbunche de las piezas, asumen una función o sentido vicario. Actúan como un necesario litote del mensaje enunciativo que propone su manifiesto.

Sin embargo, a pesar de su contumacia y denodados e ingentes esfuerzos por impedir su funcional atractivo, solo logra exacerbar la sugestiva perversidad de su enunciado, tal como corresponde a la dignidad de un imbunche que se quiera reconocer como tal.

“En arte no se recicla, se re-signa, se resignifica, se le da un nuevo sentido a la materialidad de un objeto para dotarlo de un nuevo estatus, de una nueva dignidad como elemento textual y discursivo”

Daniel Ömar
IncrepArte